lunes, 6 de agosto de 2018

Domingo 5 - Del valle de Tena al del Roncal

Hoy nos espera Isaba en el valle navarro de Roncal. Pero se nos hacía corto irnos ya de Panticosa, así que decidimos estirar la mañana, y cuando dejamos la casa (esto del apartamento es como Cenicienta, pero a las doce del mediodía), enfilamos valle arriba hacia Formigal.

A medida que subes, van desapareciendo los bosques y empiezan a aparecer los paisajes alpinos pelados que hemos descubierto en las tardes de Tour o de Vuelta. Pasado Formigal se cruza la frontera y se llega al Portalet, también legendario para el ciclismo. Allí puedes ver a decenas de excursionistas atravesando los muchos senderos en unos picos que probablemente se pasan la mayor parte del año cubiertos de blanco, pero que ahora lucen una mezcla de roca lunar y pradera verde que bajo el sol es inigualable.

Dejamos el coche en Anayet, una de las estaciones satélites de Formigal, y caminamos hacia la estación y los remontes, a un par de kilómetros. La ola de calor que está disfrutando toda España no hace excepción aquí, y los 34 grados a esta altitud golpean hoy sobre todo a Kike, que saca fuerzas de flaqueza y continúa su pretemporada futbolística en altura.



 

 

Tras volver al coche, sólo un par de fantas y cocacolas (que luego tomarán su venganza por la noche sobre el cincuentón) consiguen hacernos remontar. Y con ello damos por terminado el descubrimiento del estupendo y deportivo Valle de Tena, y seguimos nuestra ruta pirenaica en dirección este hacia Navarra.

Aunque antes... nos damos cuenta de que no hemos cumplido con la tradición del salto (fallo imperdonable, dados los escenarios anteriores) e intentamos compensarlo regresando a Hoz de Jaca donde la tirolina. No es lo mismo, pero es un tick in the box, sobre todo añadiendo una vista desde la presa.


De camino podemos comprobar de nuevo que no es fácil ('no es trivial', como me imitarían los kids) que te den de comer por esta región a partir de las tres de la tarde, y menos en domingo. Pero finalmente encontramos un restaurante compasivo (que además, para compensar los 36 grados del exterior, tiene el aire acondicionado a temperatura polar) donde reponemos fuerzas, algunos todavía con dieta blanda.


Afortunadamente, el camino es menos largo que en etapas anteriores, y en menos de dos horas llegamos a Isaba, pueblo entrañable para toda la familia a través de Isabel y de nuestro querido Felipe (es decir, que aquí también tenemos consejos expertos!).

El apartamento está en un complejo que tiene la mejor recepcionista que he conocido en cualquier hotel del mundo (Nazaré, con acento de su Mérida natal), y tiene una piscina cubierta... pero que tampoco tiene Wifi - las telecomunicaciones son la gran cruz de este viaje, así es la vida 😞. 

Una vez instalados, nos damos un paseo por Isaba, donde recordamos que, viniendo de Madrid, estamos mal acostumbrados como consumidores: los supermercados no abren en domingo, de modo que no podremos reponer provisiones para cenar en casa. Never mind, pedimos consejo a Isabel, que enseguida nos dice 'Casa Tapia'!... justo cuando estábamos pasando por el sitio de la foto:
Serendipia!
Pero como es temprano para cenar (y además hemos comido tarde, comme d'habitude), cogemos el coche de nuevo y nos vamos a recorrer el valle. Llegamos a Ochagavía, el pueblo que yo más recordaba de la zona, con un estupendo 'paseo marítimo' a lo largo del río.



En una maravillosa terraza junto al río aprendemos que la costumbre de la zona es no servir en la terraza, y acabamos encontrando una mesa en la plaza del pueblo, donde descubrimos otra costumbre aún más curiosa: los camareros te sirven lo que pides en la terraza, siempre que lo hayas pedido previamente en la barra (un curioso caso de eficiencia operativa de procesos - si ya salen para servir, qué les costaría tomar la comanda?). El caso es que cenamos muy bien y muy barato, una constante de este valle.

El camino de vuelta, ya de noche, son veinte minutos de curvas oscuras en una carretera muy bien pintada y señalizada, un placer de conducir, que nos sirve para conjurar a Slender y demás personajes de terror que se te pueden aparecer en un paraje solitario.

Por cierto, el Top 10 de la banda sonora del viaje es un curioso mix entre Rosalía (el flamenco-trap descubrimiento de Laura), los Traveling Wilburys (mi redescubrimiento de carretera), Macklemore (un tremendo drama rapero racial sobre unas zapatillas Nike) y, pásmate, la combinación del original 'Good Times' de Chic y su secuela 'Rapper's Delight' de Sugarhill Gang, favorito de nuestra adolescencia ochentera y que los kids no se creían que fuera el origen seminal del rap moderno. Y no nos olvidamos de los dos Top del año pasado, Portugal '17: 'Miracles (someone special)' de Coldplay y 'Wild Thoughts' de nuestro admirado DJ Khaled con Rihanna.
Así es nuestro repertorio rutero. Apple Music es lo que tiene - lo que quieras! 

3 comentarios:

Mirabel Moll (Mi B Mayor) dijo...

¡Pero si ese complejo no es sino donde celebramos una boda y donde nos alojamos todos! ¿No lo recordabas, tú, VBB, que arrasas jugando al Trivial? Ja, jaa...

Si hay algo que me da más envidia que los paseos que os pegáis y los paisajes flipantes que estáis viendo es esa posibilidad de ponerse al día con la banda sonora seleccionada por los kids.

Mirabel Moll (Mi B Mayor) dijo...

Me fijo ahora en que en la tercera foto Víctor se pareces a Joaquín Luqui. ¿O acaso se puso la fregona del apartamento como sombrero? Mirad otra vez...

VBB dijo...

Joaquín Luqui!!!!
La edad nos delata... pero sí, la fregona blanca me da un peinado parecido... :-)