Llegada el sábado a las 3pm a Filadelfia. La primera sorpresa (además de que en Inmigración todo fuera rápido y polite): el teléfono de BT se me engancha en dos minutos a Cingular y empieza a sincronizar el correo como un tiro - ya ni siquiera puedo hacerme el aislado!
Al Hotel Dupont de Wilmington, Delaware. Aunque está a veinte minutos del aeropuerto de Filadelfia, ya es otro estado (conocido porque miles de empresas se constituyen aquí debido a sus leyes y su régimen fiscal).
La ciudad es la sede de DuPont, el antiguo gigante químico y de algunos grandes bancos y, según me decían anoche, "es imposible conseguir un café un domingo por la mañana", porque como en la City de Londres aquí no vive casi nadie y todo el mundo viene a trabajar.
Me dicen que los hoteles de Delaware no notan mucho la crisis porque están siempre llenos de abogados de lunes a viernes: en los buenos tiempos constituyendo empresas, y ahora en juicios, liquidaciones y suspensiones de pagos. Ya se sabe, los abogados americanos son lo más.
Y muy apropiadamente, al entrar en el hotel lo primero que veo es una "boda Obama". Aquí va una foto (semifurtiva, yo estaba detras del fotógrafo oficial mientras hacía cola para el check-in) de la novia y dos de sus damas de honor (no exagero, había como doscientas!).
El hotel lleno de "bronceados", como diría Berlusconi, ellos vestidos de esmoquin y ellas de tiros largos. Un bodorrio de sábado por la tarde como si fuera Salones Capitolio de Madrid - la globalización llega a todos los rincones.
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