martes, 11 de octubre de 2016

Domingo 21: Santander - Bilbao

Recupero compañera de marcha matutina, y allá que vamos Sardinero Uno, Sardinero Dos, Magdalena y vuelta al hotel, a nuestro ritmillo de 9:25 el kilómetro. A esas horas ya hay un grupo de cuarentones (el mismo de ayer) jugando al fútbol con porterías y todo (clavadas por ellos). La mañana también se presenta nubosa y amenazante... pero luego abrirá, como estos días. Lo que viene siendo el Cantábrico en su versión benigna.


Después del desayuno industrial y de despedirnos del Santemar, vamos... a misa. Tenemos al lado la parroquia de San Roque y hay misa de doce, así que en una hábil maniobra ayudada por el factor sorpresa, consigo meterlos en una iglesia grande y atestada de locales y turistas.


Por fin nos ponemos en camino hacia Bilbao. Como ya es casi la una, y Bilbao hay mucho que ver pero sólo nos quedamos una noche, nos dejamos de rodeos y cogemos la A-8. Nada más salir de la ciudad, vemos el flamante CPD (Centro de Proceso de Datos), que el Banco Santander ha construido cerca de Solares. Como ese banco y su otro CPD de Madrid han tenido bastante influencia en estos tres jovencitos (por parte de madre y de padre), no podemos evitar obtener evidencia gráfica aunque sea desde el el coche.


Llegamos enseguida a Bilbao. Yo he estado unas cuantas veces, pero sólo por trabajo: en los tiempos de Vodafone por el centro de desarrollo de Zamudio, y luego alguna charla que dimos en el palacio Euskalduna; pero todo visitas en el día, ningún conocimiento de la ciudad. Antes de entrar, aprovechamos para hablar con Felipe, el cuñado Colavidas que se había pasado una temporada en el polo norte. Quedamos con él para la tarde, y nos recomienda el pequeño museo de Bellas Artes y la zona de Poza para comer algo.


El hotel NH Deusto es...un NH de libro. Todo moderno y limpio, sin demasiado encanto pero correcto y bien situado junto al puente de Deusto y la Comercial. Llegamos a las dos, y un cuarto de hora después ya estamos pisando la orilla de la Ría, a ver si aprovechamos el tiempo antes de picar algo. Los chicos quieren ir al nuevo San Mamés como principal destino de peregrinación, pero conseguimos convencerles de ir en sentido contrario, y de repente... aaahhh, aparece la brillante nave espacial que se posó en la Ría,y transformó Bilbao hace veinte años  .




Sí, ya sé que el Guggen está muy visto, le hace fotos todo el mundo... pero es hipnótico, no te puedes resistir a mirarlo y fotografiarlo con todas las luces del día, desde todos los puntos, entero o por partes.

Esta es una primera toma de contacto, y todos nos dejamos un buen numero de megabytes con las primeras tomas del ovni. Bueno, no es un ovni: está vivo, es un pez con escamas de titanio.






Y luego además tiene sus satélites, que también dan bastante bien en la cámara - la araña de Louise Burgeois bajo el puente de La Salve (después he sabido que se llama 'Mamá', por tejer la tela de los afectos), o el Puppy de Jeff Koons: además, por coincidencia cósmica, nuestro amante canino lleva hoy la camiseta de 'Hairy Hungarians', no muy elegante pero a juego con el cachorro floral.







Como ya va siendo hora de comer, empezamos a caminar en dirección a Licenciado Poza, pero nada más empezar junto a la torre de Iberdrola vemos el Museo de Bellas Artes que nos dijo Felipe. Qué descubrimiento. Pequeño, tranquilo, una delicia. Además de una exposición de escultura hiperrealista (que está original pero da un poco de mal rollo porque parecen todos cadáveres reales), la exposición permanente está muy bien, y consigue interesar a los tres jóvenes a pesar del hambre que va haciendo ya.




Total - que para cuando salimos son ya las tres, y nos damos una buena caminata por las calles desiertas hasta llegar a la zona de bares de Poza. Valdrá la pena? Pronto salimos de dudas: sí, sí, y sí.
Escogemos una terracita con aspecto muy normal (Okela, se llama), pero al ir dentro a escoger los pintxos nos damos cuenta de que esto no es Madrid - esto de los Pintxos es serio.






Volvemos un rato al hotel a reponer fuerzas. Eso de las habitaciones comunicadas resulta muy práctico, la verdad. 
Cuando estamos ya casi preparándonos, llama Felipe: su hermana se acaba de caer y están en el hospital, así que nos quedamos sin guía nativo. Y mira que nos hacía ilusión ver al esquimal....







De modo que a las seis nos ponemos de nuevo en marcha por la ribera. Y nada, imposible resistirse a la atracción fatal del ovni de Gehry. Además, la tarde está soleada y el brillo es hipnótico, así que nos hacemos muchas fotos desde el puente de Pedro Arrupe (luego algún@ me preguntará que por qué soy tan pesado con los encuadres :-)).





Esta vez seguimos hacia la parte vieja, y cada vez el paseo está más lleno de gente - y es que hoy empieza la Aste Nagusia, la Semana Grande! Pasamos frente a las choznas, las barracas temáticas donde reina el calimotxo y la estética borroka - por un momento parece que el tiempo se ha detenido hace veinte años, parece un Bilbao distinto al de Puppy.





Entre la multitud llegamos a la Plaza Nueva, donde hay una (inacabable) muestra de bailes regionales (no me voy a meter en el 'txarco' de intentar llamarlos por su nombre - solo reconozco el sonido del txistu). Laura y Kike (hoy sí voy a usar la ortografía que le gusta) se hacen con sendos pañuelos de las fiestas - Lurix, observadora ella como buena IB, me dice después que el dibujo del pañuelo es el mismo que el de las aceras de Bilbao (y tiene razón!)





Mucho ambiente. Caminamos sin rumbo por el Casco Viejo, pasamos una y otra vez por la Catedral de Santiago, el teatro Arriaga, unas curiosas calles con nombres primarios como la Pelota o el Perro, la imagen de la virgen de Begoña (recuerdos, M Lopez) en el centro cívico de la Bolsa.
Nos sentamos en una terraza de la Plaza Nueva a tomar una fanta y un cucurucho de croquetas.
Pero los Pintxos nos llaman... así que retomamos fuerzas, nos levantamos y encaminamos los pasos hacia... Poza! La verdad es que es una buena caminata, y llegamos cansados y con ánimo un poco plano. Menos mal que los pintxos merecen la pena, y nos dan fuerzas para cruzar de nuevo el puente de Deusto y llegar de vuelta al hotel.

Vaya paliza de día!! Hemos debido andar como quince kilómetros arriba y abajo. Menos mal que ahora hay consuelo: España se juega el bronce contra Australia en el basket de los juegos de Río - el plan ideal para ver desde la cama descansando los pies (en la habitación contigua domina la gimnasia).

Pues si, un descubrimiento, Bilbao: variada y llena de vida - y seguro que no es solo la Aste Nagusia. Habrá que volver en otra época para comprobarlo. Si no fuera porque mañana tenemos reserva en Donostia...

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