Así que compramos pan y embutidos para el picnic del almuerzo, y nos ponemos en marcha para hacer la ruta que nos recomendó el del hotel: Beget - Besalú - Olot
La noche anterior había visto unanimidad en los comentarios de Trip Advisor sobre Beget: 'carretera infernal... pero una vez que llegas, el pueblo merece la pena'. Y lo cierto es que suscribo (suscribimos) todo ello. La carretera es estrecha y con cientos de curvas, muchas de 180º (o de 360, como dirían algun@s :-)). Se me cansó la mano de tocar el claxon en cada curva sin visibilidad, costumbre que parece interesar mucho a la nueva generación de Bravos)
El caso es que efectivamente Beget es un pueblo precioso - como decía Isabel de Bath, demasiado perfecto para ser real. Casas rústicas de piedra, un río de montaña con un cauce de piedra inmaculado, y una iglesia románica de las de libro de texto del Pirineo catalán. Hela aquí:
Total, un paseo muy agradable por un pueblo de cuento:
Al llegar ya habíamos hecho hambre, y lo primero que hicimos fue buscar el sitio de picnic en la plaza del pueblo. Bocatas de longaniza local, queso, chorizo y fruta. Laura dice que no me reconoce, comiendo como un homeless en una plaza pública...
Luego entramos en la iglesia del fondo, la de Sant Pere. Como le pasa a la de Camprodón, es la iglesia de un antiguo monasterio, del que sólo queda en pie el templo.
El interior tan austero como sólo puede serlo una iglesia románica - impresiona.
El pueblo es agradable, un buen conjunto medieval,aunque no tan bonito como esperábamos. Lo más original es el puente, que tiene dos tramos con diferentes ángulos (Kike no acaba de entender el motivo, y no se lo sabemos explicar)
De camino a Olot, pasamos por Castelfollit de la Roca, un anticipo de la 'región volcánica' de La Garrotxa. Un 'risco basáltico' sobre el que se alza el castillo y el resto de la ciudad como un barco. llama la atención.
Región volcánica, he dicho? Sí, mucho cartel y mucho anuncio, aunque no acabamos de ver lo que uno espera de un volcán: cráteres, lava ardiendo o al menos humeando... lo cierto es que toda esta zona parece estar salpicada de antiguos volcanes... pero para cuando nos acercamos a algunos de ellos entre Olot y Santa Pau, por un lado asoma ya el cansancio en los expedicionarios, y por otro surge la necesidad e buscar una tienda que me cambie la batería del teléfono... e ingenuamente pensamos que en Camprodón la encontraremos, de modo que emprendemos regreso.
Al llegar nos sacan de nuestro error, de modo que nos vamos a casa y echamos un rato de descanso con el concurso de Arturo Valls - un día tenemos que apuntarnos.
Y cuando hemos repuesto fuerzas, salimos a dar un paseo por Camprodón, con una luz muy agradable que saca colores bonitos en las fotos del puente (además del amarillo)
Finalmente nos sentamos en la terraza de la taberna El Caliu, en la Plaça de la Vila. Allí cenamos de tapas, unas autóctonas, como las patatas de Olot rellenas de carne, la escalibada o la llonganisseta, otras más universales como las croquetas.
Un día cansado y estupendo - hasta tal punto que luego en casa saco las ganas para desempolvar este blog y escribirme tres entradas para estos dos días... buen principio, a ver si sigo!