La jornada previa empezó como debía, con una carrera con Laura por el Vao y Samil, premiada con un desayuno en el camping (Ondas de Canido, bonito nombre para una cafetería de camping :-)).
Luego tuvimos otro estándar: un estupendo día de playa en Aldán, reeditando algunas de las imágenes clásicas como las de la cueva (aunque esta vez no hubo pesca de estrellas de mar).
También tuvimos el parking rural del 'apéjate', y los Pirulos del viaje de vuelta, que no falte de ná.
La abuela del pueblo ya lleva faltando un par de años en su silla de su terraza. Dónde andará, la pobre... por lo demás, andan construyendo una autovía en el Morrazo, a ver si nos van a descubrir el secreto y se llena de turistas ese paraíso casi inaccesible ahora.
Por la tarde hubo reedición de uno de los momentos estrella de la Ría de Vigo: las puestas de sol, clásica desde Samil, y llameante desde la rotonda de Fuchiños (el 'rayo verde' como lo llamó Pisko, que debe ser un friki de Piratas del Caribe). Aún no nos dábamos cuenta de que las puestas de sol serían una de las features del viaje portugués.
Y el día acabó con otro clásico, la cena en las mesas de piedra bajo el emparrado de As Grades. Calamares, pimientos de Padrón, merluza a la galega... qué mejor para empezar la gira lusitana con energía.