Héme aquí de nuevo, cinco meses después, con la misma cara de parvo sentado en la cama del hotel a las cinco de la mañana, una vez constatado que no voy a dormir ni un minuto más.
El fantasma de Bill Murray viene a visitarme, esta vez en São Paulo, donde aterricé hace ahora 24 horas.
Sirva este minipost para demostrar (me) que aún sé a entrar a TopDog, que puedo volver a escribir, y que quiero aprovechar el tirón de cruzar el Atlántico y conjurar de nuevo la energía necesaria para continuar.
Y además, São Paulo da juego: veinte millones de habitantes, tráfico permanentemente congestionado en casi todas las zonas, alertas de seguridad y miseria en las favelas junto con restaurantes pijos llenos de gente guapa y sonriente a las once de un martes... si esto no me anima a volver, ya no me quedan excusas.
Lo hice.
Mañana, más.
Gracias a los que aún estáis ahí.