domingo, 8 de febrero de 2009

No Direction Home

Anoche (aprovechando que una guardia nocturna me dejaba de soltero) vi la primera parte de "No Direction Home", el documental biográfico sobre Bob Dylan que Martin Scorsese recopiló en 2005.

Nunca he sido un verdadero fan de Dylan (los discos que tengo son regalos), quizá porque musicalmente no resulta tan limpio o emotivo como muchos otros, pero mi respeto por él ha ido creciendo a medida que reconozco la magnitud de su influencia en la música y la sociedad en los últimos cuarenta años, y sobre todo la coherencia de una carrera marcada por la evolución personal y nunca por el impacto público de su obra (más bien al contrario).

Pero siempre impresiona el acercarse a un mito viendo imágenes que muestran su evolución - los cinco DVDs del "Anthology" de los Beatles (que tengo prestados de Solarsister desde hace años - qué vergüenza!) tienen una atracción magnética y uno los puede ver decenas de veces sin dejar de sobrecogerse por quienes estaban escribiendo la historia sin ser conscientes.

Aquí la impresión es distinta: no hay un talento musical sobrehumano como el de Lennon & McCartney (sobre todo el segundo, aunque sea un soso), ni una gestión genial de la imagen de cuatro jóvenes guapos (que se sigue imitando casi medio siglo después con los Jonas Brothers), ni una voluntad al menos aparente de conseguir fama y fortuna. El joven Zimmerman huye de su infancia gris y helada en Minnesota (resulta duro oírle decir fríamente que nació en el sitio equivocado) y, como poseído por un destino personal, a pesar de no contar ni con un físico agraciado, ni ser un buen instrumentista ni tener siquiera una voz agradable, se embarca en un aprendizaje de la tradición folk y se sumerge con disciplina en el burbujeante ambiente beat del Greenwich Village neoyorquino, hasta que va encontrando una voz propia a fuerza de imitar incansablemente a otros. Resulta chocante ver que el compositor de decenas de canciones legendarias pasó sus primeros años haciendo solamente versiones de otros, hasta que se decidió a escribir su primer tema, un homenaje a Woody Guthrie.

Interesante también ver su relación personal y profesional con otro mito emergente de la época, Joan Baez (que medio siglo después admite generosamente que, a pesar de tener una voz y un dominio de la guitarra muy superior, ya entonces tenía claro que él sería la leyenda). Dos fragmentos de la luminosa química de la pareja cantando "With God on Our Side" en Newport 1963: http://www.youtube.com/watch?v=ziuMEX2SeK0


Ah, y para quienes, fans o no de Dylan, hemos tenido siempre la portada de "Freewheelin'" como una de las más hermosas de la historia, también resulta enternecedor ver a la ahora envejecida Suze Rotolo, que en la imagen era la novia feliz y enamorada con la que cualquier chaval (yo el primero, cuando hace treinta años veía esa portada en las tiendas de discos) habría soñado pasear por Nueva York nevado.


El festival folk de Newport, un clásico, nos deja ver juntos a lo mejor de cada casa en 1963: Pete Seeger, Peter Paul & Mary, Joan Baez,los Freedom Singers ... todos acompañando al chavalito feo y esmirriado que empezaba a componer himnos que sobrepasaban su alcance inicial: A Hard Rain's a-Gonna Fall, Blowing In the Wind, With God on Our Side...

Y lo más sobrecogedor de todo para aquél que conozca algo de la historia de la música popular: el hilo conductor del documental es un concierto de Dylan en 1966 en Manchester cuando, recién iniciada su etapa eléctrica, una parte del público le llamaba Judas por traicionar al folk y quería cortar los cables de los instrumentos: la historia se estaba haciendo en ese concierto, y la cara de Dylan, desafiante pero enormemente tenso, refleja ese movimiento telúrico.

...Y aún me falta por ver la segunda parte!! Mis respetos para el bardo de Minnesota.


P.S: Que a qué viene esto? Bueno, si hay algo que me ocupa un lugar más grande que el trabajo, es la música (aunque le dedico mucho menos tiempo, vive Dios)... y pensando en el post anterior, no hay un mejor ejemplo de "conceptual thinking" que un verso del Dylan de los sesenta, el que condensaba una generación en una frase letal.



lunes, 2 de febrero de 2009

Elogio del Power Point

En el mundo laboral sólo hay un concepto tan vilipendiado como la reunión: el uso del Power Point y su producto básico, la "transparencia" (interesante nombre - ayer, en plena limpieza de trastero, tropecé con un par de transparencias genuinas, en acetato, de las que se proyctaban en esos mamotretos: las guardé como si fueran reliquias prehistóricas, no se lo digáis a mi santa). También la llamamos "slide", que es asimismo uno de esos nombres del pasado que trasciende su vida útil (¿os habéis preguntado qué piensa un niño cuando se habla de "tirar de la cadena", si solamente han visto botones que se pulsan?)

Pues bien, yo quiero hacer una apasionada defensa de la transparencia. De la buena, se entiende, porque también la hay mala, como el colesterol. Las hay que son sencillamente documentos de texto girados 90º hasta quedar apaisados (he visto algunos cargos oficiales, especialmente autonómicos, leer decenas de ellas en eventos públicos con total desfachatez). Las hay bienintencionadas listas de "bullets", un esfuerzo por alejarse un poco de la prosa (por cierto, lo de bullet me ha recordado al bisabuelo del Power Point, el entrañable Harvard Graphics donde esos puntos se llamaban, misteriosamente, "bolos").

Pero la buena transparencia es otra cosa: es un destilado visual que hace inteligible la complejidad del proceso de pensamiento. Un socio inglés de McKinsey con quien trabajé hace un par de años me decía que al entrar en la firma les hacían exámenes de "conceptual thinking": la capacidad de abstraer conceptos generales de evidencias anecdóticas, y de plasmarlas visualmente de un modo auto-explicativo. Y esa disciplina se les nota, porque siguen siendo maestros en la transparencia (aunque no en el Powerpoint - me sorprendió saber que pintan la slide a mano, la envían por fax a la India, y a la mañana siguiente la tienen preparada en ppt).

Precisamente de la web de McKinsey me ha hecho llegar un buen amigo de este blog una interesantísima entrevista con Hal Varian, profesor de Berkeley y economista jefe de Google. Es uno de esos profesores americanos que tienen un don para explicar las cosas con claridad, y para soltar frases que se te quedan pegadas (una para otro día: "en la economía de Internet el recurso escaso es la atención").

La entrevista no tiene desperdicio, y se extiende sobre los cambios que la web supone para el mundo del trabajo. Podéis leerla (y mejor aún, ver el video - el tipo tiene un curioso parecido con Bill Gates!) en http://www.mckinseyquarterly.com/Hal_Varian_on_how_the_Web_challenges_managers_2286
Hay algo interesante relacionado con lo anterior sobre el Powerpoint y el pensamiento conceptual: Varian defiende que el trabajo chulo ("sexy") de la próxima década será el del estadístico (horror - y yo que al final de curso, que era cuando tocaba la Estadística en el temario de matemáticas, ya no prestaba atención!).
Cuando elabora el argumento, no es tanto la estadística "per se", sino la capacidad de acceder a los datos, procesarlos, comprenderlos, obtener patrones... y visualizarlos para comunicarlos, y para tomar decisiones basadas en ellos.

El argumento de Varian es que, así como antes el directivo dependía de que una horda de informáticos y analistas extrajesen (e interpretasen) esa información, las herramientas actuales permiten a los managers interesados y capaces ser casi autosuficientes en la toma de decisiones de su día a día. Un reto para todos los que queremos guiarnos por KPIs (a muchos os resultará dolorosamente familiar esta obsesión ;-) en lugar de percepciones, por hechos y datos en lugar de opiniones personales.


Al final, la capacidad de sintetizar la compleja y multifacética realidad en un proceso visualmente simple, sobrio y atractivo a la vista, es una habilidad que marca la diferencia entre un manager bueno y uno excelente.

Y esta síntesis requiere tiempo - una de mis citas favoritas es el clásico de Churchill (aunque queriendo confirmarla la he visto atribuida a Mark Twain): "les traigo un discurso de tres horas porque no he tenido tiempo de preparar uno de tres minutos".


Lo cual me lleva a terminar admitiendo mi reincidente fracaso personal: día tras día me propongo escribir entradas cortitas, desnudas de ornamentos innecesarios, destilados austeros y valiosos... bueno, pues ahí estamos de nuevo: otro ladrillo de dos páginas.

En fin: haz lo que digo, no lo que hago... a dormir, que hay que empezar la semana a tope de reservas de REM!

domingo, 1 de febrero de 2009

El verdadero cambio climático

Aunque me cueste admitirlo, va a tener razón mi santa esposa... vamos hacia una era glacial.